Consigna 1º Integrador

Para este número de "Relatos del siglo XX" le pedimos elabore un artículo de 6.000 caracteres con al menos tres links internos al blog de la materia y tres links externos a páginas que usted sugiera en el cual construya un relato de algún personaje (obrero/a, estudiante, empresario, político) en un hecho histórico de la primera mitad del siglo XX.
Se evaluará la originalidad del relato en su capacidad de situarlo en su contexto histórico y las relaciones que establezca de los hechos con su vida. Deberá sumar alguna imagen y destacar un párrafo síntesis que destaque el contenido del mismo. No podrá tomar un tema que haya elaborado en su trabajo práctico.
El plazo de presentación es el miércoles 29 de junio a las 12 hs. El mismo se posteara con el mail clave que oportunamente le fue dado.
A su vez, se le pedirá que evalúe un artículo en forma anónima con seudónimo, señalando fortalezas, debilidades y sugerencias de cambios al artículo. Este comentario deberá ser realizado antes del viernes 1 de julio.

jueves, 30 de junio de 2011

Cartas en la Crisis

 Nueva York, Domingo 26 de mayo de 1931


A mis Seres queridos:

Hoy es un hermoso día. Llueve, pero es hermoso, porque es el día en que acabarán todos y cada uno de mis problemas. Saludaré a mi compañero de cuarto con amabilidad, besaré a mi madre, abrazaré a mi hermano, regalaré flores a mi esposa y le daré un beso como cuando nos conocimos. Pediré disculpas a todos mis amigos, quemaré los recuerdos de una vida pasada, pediré perdón a mis dos únicos amores (mis hijos). Y es a ellos a quienes les explico: así no se puede. Así no puedo.
No logro decidir cuando comenzó todo, porque no lo sé. Lo que quiero hacer es describir los hechos tal y como aparecen en mi memoria (y en los diarios), empezando allá por 1920, los felices 1920.
Como corredor de bolsa estaba meticulosamente informado sobre cada índice que nos daba la economía. Teniendo en cuenta que la Gran Guerra había dejado al país como el principal productor y exportador mundial de bienes,  los años 20 fueron un período de fuerte crecimiento para los Estados Unidos, principalmente por el impulso de nuevos sectores industriales, tales como el automotriz, el textil, el petrolero, el farmacéutico, el electrodoméstico y un gran avance en el campo de la aviación; así como también la aplicación del taylorismo como forma de producción y  el aumento de la concentración empresarial.
 También surgieron los cárteles internacionales que controlaban los precios mundiales de acero y petróleo.
Así, entre 1921 y 1929, la producción industrial aumentó alrededor de un 50%. El boom de la Bolsa no salió de la nada. Sin embargo, el aumento en la economía real durante el mismo período fue del 18%, mientras que en la Bolsa subió en un 300%. Creció mucho el elemento especulativo y se convirtió en predominante a partir de 1928. Recuerdo cuando la empresa Charles Merrill recomendó a los inversionistas no endeudarse para comprar más acciones, y dijo: "Aunque no se trata de una recomendación de venta, es el momento oportuno para liberarse de sus créditos." Esto no atrajo a los inversores, porque la capacidad de revender con una importante ganancia hacía que muchos títulos se compraran a crédito.
De esa manera, la propia economía comenzó a mostrar signos de debilidad a principios de 1929: por ejemplo, la caída de la producción de automotores. La producción industrial disminuyó en un 7% entre Mayo y Octubre. Esta desaceleración se debió en parte a un fenómeno de asfixia: el capital disponible provenía de la Bolsa y no de la economía real.
Y así (acercándonos al hecho que me tiene aquí hoy), a todo período de expansión le sigue uno de regresión: la producción superó las necesidades reales de consumo a partir de 1925, donde los Stocks aumentaban conforme se reconstruían las economías europeas dejando un mercado con productos sin capacidad real de venderse. ¿Cómo iban a consumirse si la desigualdad en la distribución de la renta, lleva implícita la limitación del consumo a las capas sociales más ricas, que definitivamente no son las más numerosas? ¿Cómo iban a consumirse con el mantenimiento de precios de monopolio, producto de los cárteles internacionales, que obligaba a la existencia de grandes cantidades de stocks sin vender, al comprometerse los fabricantes a mantener unos precios pactados de antemano? ¿Cómo iban a venderse con el desfase que había entre precios agrícolas e industriales, si los primeros crecían más lentamente que los segundos y hacían disminuir, por tanto, el poder adquisitivo de los campesinos (importante clientela de la industria)? ¿Cómo iban a venderse en medio de la reconstrucción de las economías europeas, y el incremento de la producción en algunos países menos desarrollados? Sin lugar a dudas el sector agrario fue el más perjudicado por los excedentes invendidos y la consiguiente baja de precios, cuyo índice alcanzó el record más bajo en 1929.

Entonces, después de una serie sorprendente de cinco años de duración en la cual el Promedio Industrial  incrementó su valor cinco veces, mayor a la de años anteriores, los precios alcanzaron su nivel máximo en 381.17 el 3 de septiembre de 1929. A partir de entonces, el mercado cayó profundamente por un mes, perdiendo 17% de su valor en la caída inicial. Luego, durante la semana siguiente, los precios recuperaron más de la mitad de las pérdidas, solo para caer nuevamente poco después. Entonces el declive se aceleró  el jueves 24 de octubre de 1929. Ese día se negociaron un número récord de 12.9 millones de acciones.
Desde el 15 de octubre la acumulación de órdenes de venta había hecho bajar los valores; sin embargo ese jueves 13 millones de títulos son puestos a la venta bajo precio y no encuentran comprador, provocando el hundimiento de la bolsa. A la 1 P.m. del viernes 25 de octubre, varios grandes banqueros de Wall Street se reunieron para encontrar una solución al pánico y caos en las negociaciones bursátiles. La reunión incluyó a Thomas W. Lamont, actuando en representación de J.P. Morgan Chase; Albert Wiggin, representante del Chase National Bank; y Charles E. Mitchell, presidente del National City Bank. Ellos escogieron a Richard Whitney, vicepresidente de la Bolsa de Nueva York, para actuar en su nombre. Con los recursos financieros de los banqueros como respaldo, Whitney colocó una oferta para comprar un gran bloque de acciones del U.S. Steel a un precio muy por encima del mercado. Luego, ante la mirada sorprendida de los negociadores, Whitnet compró un número similar de acciones en otro Blue chip.
Durante el fin de semana, los eventos fueron cubiertos por los periódicos en todos los Estados Unidos. El lunes 28 de octubre más inversores decidieron salir del mercado y la caída continuó con una pérdida récord del 13% en el Dow Jones ese día. El día siguiente, 29 de octubre, se negociaron 16.4 millones de acciones, un número que rompió el récord establecido siete días antes. William C. Durant se juntó con miembros de la familiar Rockefeller y otros gigantes financieros para comprar grandes cantidades de acciones con el fin de demostrar al público su confianza en el mercado, pero sus esfuerzos fallaron en el intento de detener la caída. El Dow Jones perdió otro 12% ese día. La bolsa perdió $14 miles de millones en valor ese día, sumando $30 miles de millones la pérdida para la semana, diez veces más que el presupuesto anual del gobierno federal y mucho más de lo que Estados Unidos gastó en la Primera Guerra Mundial.
Otra caída ocurrió el 13 de noviembre cuando el Dow Jones cerró en 1986, aunque el mercado se recuperó en los siguientes meses de ese punto, alcanzando un pico de 294.0 en abril de 1930. Desde el año pasado las cotizaciones siguen descendiendo. El mercado de valores se embarcó en una caída constante en abril de este año, y al respecto no hay absolutamente nada que indique que la situación va a mejorar. Por el contrario estoy convencido de que esto es sólo el principio de lo que será conocido como la peor crisis de la economía mundial. De lo contrario no estaría escribiendo esta carta.
Pero para darle nombre al mar de sentimientos que me invaden, si tuviese que explicar las posibles causas que desembocaron en este caos, no dudaría en mencionar factores como la crisis de subconsumo, en la que la demanda de productos desciende motivado por la desigual distribución de la renta; tampoco la falta de dinamismo en el comercio internacional, debido a la caída de la demanda exterior y el proteccionismo; la especulación bursátil: la bolsa subía pero no los por beneficios reales de las empresas, sino por la expectativa de beneficio. Las inversiones en bolsa se hacían a partir de préstamos concedidos por los bancos por lo que el dinero no iba a los inversores productivos, sino a la especulación; la quiebra de sector financiero ya que en 1929 quebraron cuarenta bancos, y siguen quebrando. La quiebra tuvo lugar porque los particulares retiraron sus depósitos ante el temor de perderlos. Por otra parte, los bancos no pudieron recuperar los préstamos concedidos a los especuladores en bolsa, ni los invertidos a largo plazo en la industria. La quiebra bancaria paralizó la inversión, lo cual redujo drásticamente la producción a la mitad y cerca de cien mil empresas cerraron sus puertas; la crisis industrial en la cual incrementó el paro en índices hasta ahora desconocidos.
Más allá de estos factores (y no tan "más allá"), la gestión de Hoover se está viendo  marcada por errores que no solo no frenan el proceso sino que lo acentúan. De hecho el Presidente nunca aceptó la gravedad de los hechos, describiéndolos como pasajeros. Asimismo no afronta de ninguna forma el desempleo. Y la compra momentánea del excedente agrícola ya no le es una realidad concretable, cosa que sin ninguna duda causará una caída estrepitosa de los precios agrarios… ¡¡¡Van a quebrar!!! Como todo: los bancos, las empresas, las industrias… Mi desesperación no podría ser mayor y, en caso de que sí, no quiero estar aquí para saborearla cada segundo de mi vida, esa que me dejó son casa, sin empleo, sin dinero, sin dignidad, sin nada…
Y como si fuera poco, sé que esto no va a quedar dentro de la burbuja financiera que está padeciendo mi país: de forma milagrosa pude contactarme mi amigo de la infancia, Andrew Jones, que por las cosas de la vida esta residiendo en Alemania y el círculo que implicaba mantener los pagos hacia Francia e Inglaterra como pago de las reparaciones de guerra, se quebró completamente con la captación de capitales por parte de EEUU, en medio de nuestra desesperación e imposibilidad de seguir prestando dinero, dejando a Alemania en la debilidad para sustentar una débil República…  Allá, parece que las corrientes que se están visorando como revelo al capitalismo no son precisamente comunistas sino mas bien  profundamente nacionalistas…

En fin… Sólo les pido perdón por no ser el hombre inteligente y triunfador que ustedes quisieron. Sólo he sido un fracaso. En ocasiones creía burlarme de la muerte sabiendo que la muerte tiene buena memoria… Pero sé que hoy me sonreirá de sobremanera.



Dominic Hopkins



Párrafo Síntesis:

El crash de 1929 fue una crisis del mercado bursátil que tuvo lugar en Nueva York entre el 24 de Octubre y el 29 de Octubre de 1929. Este evento marcó el comienzo de la Gran Depresión, la mayor crisis económica del siglo XX. Los días clave del crash se denominan: Jueves Negro (24 de Octubre), Lunes Negro (28 de Octubre) y Martes Negro (29 de Octubre).


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Links de las Imágenes:





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Mi lucha - Nicolás Schuster

El 12 de octubre de 1916 recuerdo que fue un día diferente, me levante con muchos ánimos y estaba muy expectante. Luego de tomar unos mates a la mañana salí de mi casa bien temprano para dirigirme hacia el acto de asunción del nuevo presidente de la república, Hipólito Yrigoyen. 4 años antes, en 1912, bajo la presidencia de Roque Sáenz Peña, se había sancionado la ley 8871 conocida como “Ley Sáenz Peña” que logró democratizar la vida política de Argentina, ya que esta ley impuso que el voto sea secreto, individual y obligatorio para todos los ciudadanos varones argentinos para evitar el fraude, dejando de lado el famoso “voto cantado” (cabe decir que a esa ley le faltó que las mujeres también puedan votar, por mi parte creo que están en las mimas condiciones que nosotros, los varones, porque viven en el mismo país que nosotros, viven el mismo día a día que nosotros y sobre todo, están junto con nosotros, nuestras madres, novias, profesoras, lo que fuesen, también merecían votar). Me acuerdo que tuve que votar en un “cuarto oscuro” y cuando escuché como se llamaba ese cuarto admito que muchas ganas no me dieron de votar, pero gracias a esa ley pude elegir, en 1916, al candidato que me había convencido y yo creía que iba a hacer de Argentina un gran país, Hipólito Yrigoyen. Recuerdo que se presentaron muchos partidos y nunca había ido tanta gente a votar por lo que me comentaron. Hubo más de cinco listas entre las que puedo nombrar a la Unión Cívica Radical, el Partido Conservador, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista (que era nuevo y lo había fundado un tal Lisandro de la Torre), etc. y que se registraron más de 700 mil votos. La ley de la que hablé antes permitió que las elecciones sean más transparentes y le permitió a la U.C.R. y a su fórmula Hipólito Yrigoyen – Pelagio Luna triunfar con casi 350 mil votos en 1916.
En fin, me acuerdo que el 12 de octubre fue un verdadero delirio popular, tanto que se sacan los caballos de la carroza presidencial para que el nuevo presidente pueda ser llevado en brazos por sus simpatizantes.
Dos años más tarde en 1918, acá en Córdoba, comencé con mis estudios universitarios, tenía las esperanzas de que un pibe de clase media-baja como yo algún día pueda ser médico, la esperanza es lo último que se pierde dicen. Logré entrar a la universidad ya que tenía un conocido amigo de la familia que, en ese entonces, era profesor de Derecho en la facultad de Abogacía. En el mes de Marzo de ese mismo año junto con muchos estudiantes en la Universidad Nacional de Córdoba, después de hablarse durante mucho tiempo, cuestionando la legitimidad de las autoridades de la universidad, pedir cambios en los reglamentos y planes de estudio, criticando la influencia de la iglesia en la educación universitaria y sobre todo, la falta de autonomía de las universidades, creamos un comité Pro-Reforma y a raíz de esto el Consejo Superior decidió no tomar en cuenta ninguna de nuestras solicitudes. No nos quedamos de brazos cruzados sino que, todo lo contrario, a principios de Abril del mismo año creamos la Federación Universitaria Argentina siendo firmes con nuestra lucha. El presidente Yrigoyen decretó la intervención de la Universidad Nacional de Córdoba y se reformó el estatuto, que incorporaría al gobierno universitario a los docentes, pero no a nosotros, los estudiantes. Por suerte, un mes más tarde cuando se realizaron elecciones de decanos acá en la universidad, triunfan los propulsores de la reforma incluyendo a mi conocido que se convirtió en un gran amigo y fue el que me impulsó a formar parte de esta lucha y logró ser decano de Abogacía. Cuando pensamos que todo iba encaminado y que un colega de mi amigo, llamado Enrique María Paz y un gran referente del movimiento, sería designado rector, la asamblea elige a Antonio Nores que era un candidato de una asociación religiosa cuyo nombre no recuerdo. Tratamos de evitar que asuma de cualquier manera posible, pero nuestros esfuerzos no sirvieron ya que Nores logró asumir. Desde la Federación exigimos su renuncia y difundimos nuestro manifiesto “A los Hombres Libres de Sud América”. Nuestro manifiesto sería publicado por el diario “La Gaceta” el día 21 de junio de 1918 y me quiero quedar con esta frase: “Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.” Refiriéndose a nosotros, la juventud. Nuestra lucha se extendió hacia todo el país, y así nuestro reclamo pasó a ser nacional y popular.
Después de que Nores asumió, el clima en la universidad no era lo que llamábamos “tranquilo” o “calmado” sino que, todo lo contrario, era un clima muy tenso. Después de días de conflicto, la universidad fue clausurada y más tarde Nores renunciaría. El gobierno de Yrigoyen consideraba que, así como la primaria o la secundaria, la educación universitaria debía estar al alcance de todos. Por lo tanto, aceptó los principios de la reforma, entre ellos, la eliminación de los cargos docentes vitalicios, la autonomía universitaria (ahora alumnos, docentes y graduados podíamos participar del gobierno de la universidad) y el ejercicio de la libertad de expresión.
De modo que nuestro movimiento universitario reformista renovó los programas de estudio, le abrió las puertas de la universidad a un mayor número de de chicas y chicos que provenían de los sectores medios y bajos de la sociedad (que no tenían la suerte de tener algún conocido o amigo como yo) y también le abrió las puertas a la participación en cargos directivos e impulsó un acercamiento de las universidades a los problemas que enfrentaba nuestra república. Los efectos de nuestra lucha se extendieron a toda Latinoamérica, donde los estudiantes juntos con los docentes reclamaban sus derechos a tener una enseñanza laica y poder tener autonomía en sus universidades.
Espero que todo esto que logramos no sea en vano y en futuro, ya se a corto o largo plazo, los estudiantes pueden tener la total libertad para expresarse y plantear sus ideas y no permitir la influencia de algunas asociaciones en los planes de estudio y sobre todo permitir a cualquier hombre o mujer, sea de la clase que sea, poder ingresar a la universidad y realizar sus estudios allí sin ningún problema. Espero, sin muchas esperanzas, que esto que acabo de escribir llegue a las manos de estudiantes que, a través de sus ideas, si es que las cosas van mal, poder cambiarlas sin ningún temor.
Los saluda, cordialmente, Luís Alberto Rodríguez.


Párrafo síntesis: Esta historia cuenta la vida de un joven que en sus primeras elecciones vota a Yrigoyen en la primera vez que se implemente la Ley Saénz Peña y luego cuenta su lucha en la universidad durante la reforma universitaria.

Links internos:


Links externos:

Guía de Historia – CIEEM 2008 (páginas 47, 48 y 50)

Carta de Nicholas Muller

Nicholas Muller nació en 1921 en Alemania, en el marco de una familia alemana de clase media, compuesta por su padre Albert, su madre Alice y su hermana 3 años mayor, Emma. Desde que el nació, y hasta un poco antes, su familia como toda Alemania había sufrido las consecuencias del tratado de Versalles, por lo que Nicholas se crió en una familia con mucho rencor hacia otros países y con el consecuente nacionalismo en desarrollo.
Aún así, Nicholas vivió su infancia en un ámbito de mucho amor. Aunque este amor provenía principalmente de su madre. Con su padre nunca tuvo una gran relación, ya que casi nunca estaba en la casa, y cuando estaba, estaba en su oficina bebiendo un vaso de whisky. Albert trabajaba en una empresa automotora, era un alto ejecutivo
De chiquito fue a una escuela privada alemana, donde compartió su niñez con sus amigos. Nunca tuvo problemas, ya que la mayoría de la gente con la que se relacionaba era de su misma clase, de familias parecidas. Nunca había nada extraño, nada nuevo, nada que no conocieran.
Terminando su escuela primaria, fue testigo de algunos cambios que se sucedieron en su familia, desde la llegada del partido Nazi al poder alrededor del 1933. La empresa en la que trabajaba su padre, comenzó a progresar a un nivel impresionante, por lo que  su familia se mudó de casa, a un nuevo barrio de un nivel adquisitivo mucho mayor, con muchas mas comodidades de las que tenía en su antiguo barrio. Todos estos fueron factores para que su familia brindara un apoyo incondicional al Partido Nazi, y una devoción inimaginable hacia su líder, Adolf Hitler. Y por supuesto, Nicholas que aunque mucho no entendía de política, estaba feliz al ver que venían tiempos mejores. Todo este aprecio hacia el nuevo orden se materializó en 1934, cuando Hitler asumió como presidente de Alemania. Fue uno de los días de mayor alegría de su vida, en el que con toda su familia saliò a festejar a la plaza del pueblo y luego a la noche siguió el festejo con una cena familiar.
Pero este año, 1934, fue un año muy difícil para Nicholas. Comenzó en su nueva escuela, donde no tenía ningún amigo. No se podía adaptar al nuevo grupo, y siempre terminaba siendo el objeto de burla, sólo por el simple hecho de ser el nuevo. Realmente odiaba ir a la escuela, odiaba el sentimiento de sentirse apartado del resto.
Un día, en la hora de biología, la profesora sorteó las parejas para un experimento. A Nicholas le tocó con Rachel, una chica medio tímida, pero con unos ojos que lo dejaron encantado desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron. 
Desde ese momento, ir a la escuela ya tuvo un sentido: Rachel. Ellos dos se apegaron mucho, ya que ambos estaban sin amigos. Pero Nicholas no quería ser simplemente un amigo, y luego de un año de amistad, tarde cuando él la acompañaba a su casa, le dio el primer beso. Algo que fue inolvidable para los dos. Ese día, Nicholas y Rachel juraron amor para toda su vida.
Pero como dice el dicho: "nada es para siempre". Y a pesar de que ellos no lo supieran, sus vidas iban a dar un vuelco impensado por ninguno de los dos.
Una mañana de 1935,  Nicholas se vistió como cualquier otro dia para ir al colegio, pero al llegar y buscar esos ojos, esa mirada de Rachel, no los encontró. Algo muy raro, ya que Rachel no faltaba nunca, ya que era una alumna ejemplar. Pero Nicholas pensó que seguro era un resfriado lo que impedía que esté en el colegio, por eso no se preocupó demasiado. Pero al otro día fue igual. Y al otro también. Y al otro. Así que ya cumplida la semana que no se veían, Nicholas fue a buscarla a su casa. Pero para su sorpresa, no encontró nada. La casa estaba vacía, abandonada. Sin ningún rasgo de vida alguna. "No puede ser - pensaba Nicholas-. Se fue, y sin despedirse. No puede estar pasando esto" Lo que Nicholas no sabía era que Rachel era judía. Y en ese año, Alemania había elaborado las Leyes de Nuremberg1, unas leyes totalmente antisemitas que prohibían a Rachel y a su familia cosas como ir a la misma escuela que los alemanes arios, o cosas tan simples como ir al cine o a la plaza. Y es por eso que su familia decidió irse a Polonia, donde los abuelos de Rachel vivían. Pero fue tal la desesperación de la huída que no le dieron tiempo de que ella se despida de Nicholas, ni siquiera un simple adiós. Pero Nicholas nunca le encontró la explicación a esto, solo sabía que Rachel no estaba. Y a partir de ahí, todo su mundo se vino abajo.
Desde la llegada de Rachel a su vida, nunca había estado solo. Y estar sólo de nuevo fue algo que él no podía tolerar. Quería dejar la escuela, dejar todo. Lo único que le hacía bien era estar en su casa, sólo y sin nadie, y así podía recordarla. 
Necesitaba hablar con alguien para pedirle ayuda. Así, a pesar de su mala relación, se sentó en la oficina de su padre y esperó a que pudiera hablar con él, para que le cuente todo lo que pasó. Albert le sugirió una cosa: "Estamos en una época dorada hijo. Alemania por fin es el país que mereció ser desde un principio. Y es por eso que todos debemos dar nuestro apoyo al régimen Nazi y a Hitler. Por eso debes interesarte más en política, asistir a reuniones, quien dice que no te quieras enlistar en el ejército en un par de años. Así conocerás mucha gente, y ya ni te acordaras esta chica."
Siguiendo con los consejos de su padre, Nicholas empezó a asistir a reuniones políticas para jóvenes y adolescentes, y se empezó a involucrar con el Nazismo. Su nuevo corte de pelo, su nueva vestimenta, la cinta roja, fueron objetos que lo empezaron a integrar con todos sus compañeros de similar ideología. Así evitó la soledad nuevamente.
Pasaron un par de años, hasta que a la edad de los 17,  Nicholas, ya totalmente involucrado con el Partido, sus costumbres y su ideología, decidió junto con algunos amigos, formar parte de las filas del ejército Nazi, donde se destacó por sobre los demás, principalmente en la Invasión a Polonia2 en 1939,  y es por eso que a la edad de los 20 años, en 1941 lo ponen a cargo de una tropa y lo envían a luchar en la invasión alemana contra la Unión Soviética. En este conflicto fue donde recibió un disparo en el hombro, por lo que lo tuvieron que internar y lo llevaron de inmediato de vuelta a Alemania, donde luego de un año de recuperación pudo volver a las tropas. Pero esta vez, le dieron el rango de General, y lo mandaron para que controle al Gueto de Lodz, en Polonia. Su tarea consistía en inspeccionar que todo funcione normalmente, y que no hayan subversivos amenazando por el campo.
Un día, a Nicholas le llegó un mensaje que tenía que ir a reprimir a un grupo de revoltosos que se revelaron en el Gueto3 de Lodz y se rehusaban a acatar ordenes. Así, recorriendo las calles del amplio Gueto, llegó a donde se encontraban los subversivos. Pero de repente, vio algo que jamás en su vida hubiese imaginado, ni deseado ver. Esa mirada nunca se la hubiese olvidado, ni aunque hubieran pasado cincuenta años. Sí, era Rachel. Y Nicholas tuvo una sensación muy similar a la que había sentido cuando Rachel lo había dejado, pero esta vez mezclado con un poco de asco y vergüenza. Al fin entendió todo, el por qué de la desaparición de Rachel.
No podía creer tener que eliminar a la que había sido y es el amor de su vida. Estaba en un gran dilema. Si hacerles caso a sus superiores, y reprimir o salvarla. Pero su amor pudo más que todo, y una noche cuando nadie estaba observando, se llevó a ella y a su familia fuera del campo. Rachel estaba muy asustada, hasta que por fin pudo ver quien era su secuestrador, Nicholas. Ambos se abrazaron y besaron como si el amor nunca se hubiera perdido, y junto a la familia de Rachel se escaparon de Polonia y del ejército Nazi para empezar una vida nueva, juntos al fin.

1: Las Leyes de Núremberg fueron unas leyes de carácter antisemita en la Alemania nazi adoptadas por unanimidad el 15 de septiembre de 1935
2: La invasión a Polonia en 1939 fue la que, según muchos autores, dio el origen a la segunda guerra mundial.
3: Durante el régimen nazi, Alemania reintrodujo el sistema de "guetos" en Europa Oriental para agrupar a la población judía.


Párrafo síntesis:
Este artículo narra la vida de un joven alemán criado en una familia nazi, que conoce al verdadero amor de su vida, Rachel, que es de origen judío. Él no lo sabe, y un día descubre que su amada desaparece sin ninguna explicación. Al ver eso, se concentra en la política y el ejército, y combate en varias batallas junto al ejército nazi. Luego de unos años le encomiendan controlar el gueto donde habían llevado a Rachel, y al verla le surge el dilema de salvarla y traicionar a su país, o dejarla morir como su ideología dice que merece.

Imagen:
Esta imagen muestra a los soldados nazis irrumpiendo en Polonia.

Links:

Trabajo Práctico, Relato - Nicolás Feldman


He vivido una época difícil, en una Argentina difícil. Yo he sido alumno en la Escuela Superior de Guerra y soldado del General José Félix Uriburu, en 1908 y 1922 respectivamente.
Mi vida plenamente militar está conectada directamente con mi pasado; mi padre, un terco hombre con una idea de gobierno con mano fuerte, quien fue Teniente en la campaña del desierto bajo las órdenes de Julio A. Roca; que paradójicamente se casó con mi madre, una mujer que apoyaba a los gobiernos que trabajan por y para él pueblo y sus respectivos habitantes. Así que, de tal palo, tal astilla; desde mis 6 años de edad que mi existencia ronda y respira un aroma plenamente militar, claro está, por decisión de mi padre.
Luego de haber contado un poco de mi biografía, voy a regresar con el primer párrafo, mis andanzas militares tienen un nombre en común, el del General Uriburu. José Félix fue una figura importante para mí, en cuanto a tácticas del ejército, la utilización de las armas y conceptos conectados con la milicia, ha sido un hombre sabio para mi aprendizaje; ahora, desde que comencé a desarrollar una mentalidad adulta, con pensamientos políticos propios, nunca y digo nunca, los he compartido con Uriburu. Mi pensamiento tiene que ver con la democracia social mientras que la idea de Uriburu era plenamente antidemocrática, vivía hablando acerca de una política conservadora, autocrática y autoritaria, donde las medidas debían ser tomadas para el bien de la nación y sólo para el bien de ella. Él siempre nos quiso inculcar éstas ideas, las cuales no compartía en lo más mínimo, además, me sorprendía, ya que él tenía una fuerte participación en La Unión Cívica Radical, siendo uno de los impulsores de este partido en 1890 con el golpe de estado de dicho año, pero bueno, cada cual tiene su forma de pensar más allá del partido que componga, aunque repito, sentía repulsión por aquellos ideales.
Mi  participación en el ejército comenzó, como dije más arriba en 1922, en el primer año como presidente para el  Marcelo T. de Alvear, que aunque su etapa estuviese marcada por el avance automotor en la Argentina, la explotación petrolera y el crecimiento económico, era considerado un "oligarca revolucionario", llamado de esa manera en aquella época,  por su carácter conservador y sobre todo por sus orígenes.
Alvear tuvo, durante casi toda su etapa de gobierno, fuertes contradicciones con Hipólito Yrigoyen, quién era acusado de personalista. Alvear pertenecía al grupo de los "antipersonalistas".
El yrigoyenismo tomaba a los antipersonalistas como conservadores, mientras que los antipersonalistas decían que Yrigoyen violaba las reglas del juego político. Estas disputas siguieron, y lo que fue peor, se trasladaron al Congreso de la Nación, en donde los diputados fieles a Yrigoyen solían obstaculizar las iniciativas del Poder Ejecutivo, ya sea a través de discusiones o retirándose del reciento para evitar dar quórum. En este contexto, el presidente Alvear clausuró por decreto las sesiones extraordinarias, en vista que la actividad legislativa era casi nula.[ Y así siguió este gobierno, cometiendo buenas acciones políticas pero confrontando con el otro sector radical.
M ientras la UCR comenzaba a dividirse casi por completo, a principios de 1926, el Presidente Alvear ponía fin a la carrera militar de Uriburu, ya que éste había alcanzado la edad reglamentaria. El día de su retiro, Uriburu nos dio una extensa y agotadora charla acerca del sentimiento patriótico y el amor al ejército. Pasadas las dos horas de monólogo, José Félix se despidió de todo el pelotón, que contaba con aproximadamente 350 personas, y pidió explícitamente hablar en privado con aproximadamente 60 de nosotros. Nos dijo que habíamos sido de sus mejores soldados y nos llenó de elogios, volvió a hablar del sentimiento hacia la patria y cosas por el estilo; luego sí, se despidió formalmente y se retiró. Paradójicamente, también se terminaba mi vida militar, porque a fines de ese mismo año las propias fuerzas militares decretaron mi culminación, bajo el concepto de que había cumplido con el servicio. Así que, luego de aquel momento, mi vida dio un giro inesperado; ya no tenía padres, los cuales habían fallecido por tuberculosis y tuve que buscarme un trabajo y un hogar. Conseguí un cuarto en el barrio de la Boca, como también un trabajo de limpieza en una cantina del mismo barrio.
Durante mis primeros 2 meses el trabajo me pareció realmente insoportable, y hasta extrañaba mis andanzas militares, pero, una calurosa mañana de marzo del año 1927, un hombre ingresó al bar al cual yo trabajaba. Su nombre era Delfor del Valle, un diputado nacional y ex director del diario La Época. Del Valle era hermano de Aristóbulo del Valle, fundador de la Unión Cívica Radical, muy amigo y parte del grupo más cercano a Hipólito Yrigoyen. Delfor se convirtió rápidamente en amigo mío, ya que conversábamos a diario durante mi horario de trabajo. Fue él quien me introdujo al mundo de la militancia, pero política. Del Valle vivía hablando maravillas de Yrigoyen y pestes del por entonces Presidente Alvear. Durante todo ese año, acompañé a Delfor con la campaña política de Hipólito Yrigoyen, reclutando personas para que se unan a esta rama de la UCR y haciendo campaña junto a otras personas, al grito de Yrigoyen 1928.
Ganamos con el 62%, dijo José Cantilo, otro Yrigoyenista. El brazo más popular y de la mano de Yirigoyen volvería a gobernar la nación.
La segunda presidencia de Hipólito estuvo marcada por diversos acontecimientos, pero el más importante fue la crisis del 29, en Wall Street. El radicalismo dirigido por Yrigoyen no supo responder a las nuevas tendencias socio-político-económicas que la crisis estaba señalando, en un contexto de desintegración de todo un paradigma económico mundial. En el Congreso reinaba el caos, mil voces hablando y gritando al mismo tiempo sin la cantidad suficientes de oídos para escuchar aquellas voces. Las cosas se nos pusieron mucho más oscuras cuando se lo encontró muerto al opositor Lencinas, asesinado por un fanático Yrigoyenista.
El año 1930 se inició con otra muerte de un opositor, el del abogado Manuel Ignacio Castellano. El 2 de marzo se realizaron las elecciones parlamentarias, en las que la UCR perdió estrepitosamente en la Ciudad de Buenos Aires, frente a los 100.000 votos obtenidos por el Partido Socialista Independiente, seguidos del Partido Socialista original, con 84.000. Los radicales obtuvieron 83.000. En todo el país, la UCR retrocedió en su caudal electoral, obteniendo 655.000 votos, mientras la oposición alcanzó 695.000.
En plena crisis económica y política, y cuando aún faltaban cuatro años para las elecciones presidenciales, la debilidad de nuestro gobierno se hizo crítica. El radicalismo estaba completamente dividido y el gobierno no tenía diálogo con la oposición.
El hecho más importante y duradero del segundo gobierno de Yrigoyen fue la decisión tomada el 1 de agosto por parte de la empresa petrolera estatal YPF de intervenir en el mercado petrolero para fijar el precio y romper un acuerdo con el gobierno.
Luego de todos éstos sucesos, la fría tarde del 7 de agosto recibí una carta que me conduciría a una muerte segura. Firmada por Agustín P. Justo, la carta era más que clara, se me citaba el día 6 de septiembre en Liniers, para formar parte del movimiento revolucionario para decretar la caída del gobierno radical bajo el mando del General José Féliz Uriburu, y en caso de que me niegue, iba a ser juzgado en un consejo de guerra. Esta carta tenía motivo de los recuerdos que tenía aquel general para con mi persona, y que sería de su agrado que yo participara en su "revolución". Quedé estupefacto, no sabía qué hacer, pero no tenía ninguna opción. Era ir en contra de mi partido político o la muerte, y había tomado uan decisión. Sin comentarle de esto a nadie, me presenté el 6 en Liniers para ponerme bajo las órdenes de Uriburu. Con una gran tristeza que se apoderaba de todo mi cuerpo, avancé junto con el cuerpo de caballería hacia la Plaza de Mayo. Allí, y aproximadamente a las 6 de la tarde, reinó el descontrol. Aviones revolucionarios habían bombardeado el edificio de La Época, dejándolo en llamas, y las tropas bajo el mandato de Uriburu que habían avanzado por Villa Urquiza derrotaron a las tropas nacionales asentadas en Campo de Mayo.
10 soldados y yo escoltamos a Uriburu y  Justo a la Casa de Gobierno, donde se encontraba tanto el presidente de la Nación como el vicepresidente. Sólo Uriburu, Justo y yo nos dirigimos al despacho principal, donde efectivamente se encontraba Yrigoyen. Éste estaba sentado, tranquilo, mirando por un ventanal. El reloj marcaba las 19:48, y antes que Uriburu llegase a hablar con Hipólito, largué un grito de guerra y lo golpeé con mi fusil en el hombre derecho,  haciéndolo caer al piso. Cuando estaba a punto de disparar sentí una explosión detrás de mí, un calor agudizante en mi espalda, y caí sobre las piernas de Uriburu, que ya se recomponía. Quise tomar mi fusil y dirigirlo hacia el cuerpo de este último, pero otra explosión impactaba sobre mi pecho. Dos disparos de Agustín Justo sobre mí lograron evitar mi asesinato y la salvación de mi partido. Uriburu miró a Yirigoyen y le exigió la renuncia, poniendo fin al gobierno radical.



Historia de Dos Exilios- Manuela López Frutos

Historia de dos exilios.
 
Llegué a Latinoamérica allá por 1909. Viajaba con una compañía teatral con la que hacíamos zarzuelas, nos habían dicho que nuestro arte sería bien recibido en el sur y España era para nosotros un caos. El gobierno liberal había caído y el Partido Conservador, con Antonio Maura a la cabeza, había ganado las elecciones. No podíamos quedarnos, allí no teníamos futuro, nuestra compañía no era lo suficientemente grande como para llegar a gustar a las autoridades y solíamos criticarlas en nuestros espectáculos y recibir amenazas en consecuencia, por lo que decidimos partir.
Desembarcamos en las costas de Uruguay en diciembre, donde había una gran cantidad de inmigrantes europeos como nosotros, por lo que fuimos bien recibidos.
Nuestro espectáculo consistía en una combinación de canto y actuación y nuestro objetivo era hacer reír a nuestro público parodiando cosas de la vida cotidiana. En aquel entonces teníamos dentro de cada presentación una parte en la que se presentaba "La Gaditana", una mascarada que usábamos para salir  por las calles a mostrar lo que hacíamos y que el público nos dejara algo de dinero, ya que en nuestras presentaciones nunca recaudábamos mucho.
Durante febrero de 1910, hicimos muchas presentaciones, la gente solía salir a las calles a disfrutar de ese hermoso mes de verano y festejar la llegada del Carnaval. Gracias a esto logré juntar los fondos suficientes para realizar mi sueño: ir a Buenos Aires.
Mi abuelo, Don Héctor, como yo lo llamaba, había viajado de pequeño a Argentina y me había contado historias sobre Bartolomé Mitre y la Guerra de la Triple Alianza. Jamás quiso volver a España, ya que se había enamorado de una mujer muy acomodada en la sociedad, mi abuela. Ella era la sobrina de Domingo Faustino Sarmiento, un hombre de quien mi abuelo hablaba muy mal. Había conocido a Doña Nélida Carrasco, sobrina de Sarmiento, por casualidad, tras acompañar a mi bisabuelo a una reunión. La realidad es que mi bisabuelo era un hombre respetable en España, pero había decidido irse a explorar nuevos horizontes y ver qué sucedía en el resto del mundo. Al igual que yo, primero había recorrido Uruguay, en donde había una guerra civil. Recién llegado y decidido a enterarse de lo que ocurría, mi abuelo comenzó a investigar qué era lo que sucedía en el país y se convirtió en un fiel seguidor de los ideales de José Gervasio Artigas, de ahí su odio a Sarmiento.
Mis abuelos tuvieron un amor efímero y feliz, mientras duró. Cuando quien entonces era presidente de la Argentina, Sarmiento, se enteró de que la hija de una de sus hermanas esperaba una criatura de un "seguidor de aquel traidor", exilió a mi abuelo a España, no sin antes esperar el nacimiento de mi padre para que Don Héctor pudiera llevarlo consigo. En España, mi abuelo siempre me habló de Argentina, por lo que siempre tuve el sueño de volver.
Ahí estaba yo, cumpliendo mi sueño, conociendo Buenos Aires. Corría el Centenario de la Patria y la ciudad estaba de fiesta. Fui a vivir a una pensión muy precaria, pero era para lo único que me daba el poco dinero que había traído de Uruguay. Quería trabajar, pero sinceramente, no sabía hacer otra cosa que hacer reír a la gente, por lo que me dediqué a hacer monólogos o canciones en distintos sitios de la ciudad, quería conocerla. Así conocí a un niño, por el barrio del abasto, hijo de una francesa, un fanático de la opera. Tenía una voz increíble y yo solía sorprenderlo mirando bailar tango. No estoy seguro, pero creo que su nombre era Carlos. Recorrí Buenos Aires de punta a punta y conocí varios españoles que me enseñaron a tocar la guitarra. Ellos
solían ir a pararse a los balcones de las casas de niñas bonitas a gritarles serenatas luego de tomarse unos tragos. Aquellas épocas de mi llegada a Buenos Aires fueron difíciles por mi carencia de dinero, pero muy divertidas.
Todos los días me preguntaba si mi abuela seguiría con vida y qué sería de ella. De cualquier forma no podría acercarme, imaginaba que ella seguiría siendo de la alta sociedad, mientras que yo había renunciado a todo lujo que tenía en España por dedicarme al arte. Sin embargo empecé a trabajar en una fábrica, por lo que mis cantos desaparecieron unos años.
En Buenos Aires en ese momento había dos realidades muy diferentes y marcadas. Las clases altas ostentaban lujos mientras que muchos, entre los cuales me encontraba, trabajábamos en muy malas condiciones y vivíamos en peores.
Me encontraba en el hotel de los inmigrantes, ayudando a unos recién llegados italianos a entender a dónde tenían que ir a vivir pasados sus cinco días en el hotel. Yo hablaba su idioma y tenía un amigo, porteño, que trabajaba allí, por lo que me había pedido ayuda. Cualquier ingreso de dinero me venia bien, así que acepté. Allí fue donde me enteré que había estallado la Primera Guerra Mundial. Los italianos me contaron acerca del caos que era Europa y me preguntaron qué sucedía en Argentina con respecto a la guerra.
- Mis disculpas, pero no estaba enterado de la guerra. Sólo sé que han prometido a los inmigrantes como ustedes un futuro esplendoroso que no encontrarán, lo lamento. – contesté en italiano.
Sucedía que el enterarme de que había una guerra de inmenso tamaño me ponía triste y más aún, haberme enterado por un murmullo italiano. Pensé en ese momento que era hora de comenzar a dejar de vagar por la ciudad.
Con ayuda de mis amigos callejeros, los que cantaban serenatas interminables a las niñas que los miraban desde sus balcones, y algunos de mis compañeros de la fábrica, conocí gente que pertenecía a la llamada FORA. Comencé a meterme cada vez más en cada lucha. Pasé unos años en interminables debates, hasta que el 7 de enero de 1920 fui a apoyar una huelga de obreros de una metalúrgica. Nunca me arrepentí de haber ido, pero toda mi vida maldije aquel 7 de enero. Recibí un balazo en una pierna por parte de un policía y esto despertó en mi una rabia incontenible. Herido y con una precaria venda, fui al entierro de quienes habían fallecido en aquella huelga. Otra vez corrieron balas pero esta vez ninguna me tocó a mi.
Pasados unos días, rengueaba llegando a mi actual domicilio, creo que hoy en día ese barrio se llama San Telmo, cuando los escuché. Supe perfectamente quiénes eran. Se hacían llamar la Liga Patriótica Argentina. Nunca voy a olvidar aquel día.
Me golpearon hasta dejarme casi inconciente y todo lo que recuerdo después son sus susurros, que hasta hoy repiten en mi cerebro las mismas frases con un marcado acento porteño: "volvete a tu país", "sabemos quién sos", "si te quedás estás muerto". Desperté en un hospital y decidí quedarme en Buenos Aires, pero a semana se me acercó un hombre en la calle a preguntarme si no había sido suficiente.
Volví a España el 15 de enero de 1919. Mi madre había fallecido, mi hermana tenía hijos y mi padre se había vuelto a casar. Me recibieron felices de volver a verme a pesar de que cuando partí a Latinoamérica siguiendo una compañía artística se enojaron mucho conmigo.
Hasta el día de hoy me pregunto si mi abuelo se habría sentido igual de triste que yo en este momento, contando mi historia y mi vivencia en Buenos Aires, esa ciudad que tanto extraño. Ahora que soy viejo y tengo nietos me pregunto si cuando les cuento mis historias y aventuras por las calles de aquella ciudad rioplatense, la imaginan tal cual la imaginaba yo de pequeño, tal cual la conocí, tal cual es.


Un Antes y un Después. Julia Day

Nueva York, 1ero de Septiembre de 2000

Mi nombre es Jack Hale y tengo 95 años.
 Nací y viví casi toda mi vida en Chicago, en la gloriosa América. Pude vivir numerosos hechos históricos (Primera y Segunda Guerra Mundial, Totalitarismos Europeos, etc.) Ahora que estoy en mis últimos años de vida, decido hacerlo a usted conocedor de mis palabras, de alguien que ha vivido desde el peor lugar posible la crisis de 1929, y ha sido testigo de cómo Estados Unidos salía adelante.
  Actualmente estoy viviendo en Nueva York, la ciudad de mis sueños. En esta tierra, donde todo parece poder hacerse realidad, doy fidelidad de ello, pero nada se consigue sin esfuerzo.
 Esta historia que decido contarles, no es más ni nada menos que una crónica de mi vida, quizás en una de mis épocas más importantes.
 Aunque lamento ser repetitivo, empezaré desde el principio, como corresponde. Nací y viví casi toda mi vida en Chicago. Mi vida fue muy difícil, puesto que estuvo llena de complicaciones, no tuve una educación sólida, trabajé desde pequeño. Y todo esto para conseguir el pan para mi familia, para que nunca faltara en la casa. Como decía mi padre "el estudiar es una pérdida de tiempo". Me hacía creer que la educación no traía dinero a la casa y el trabajo sí. Sin embargo, jamás podría haber accedido a la educación, ni yo ni ninguno de mis muchos hermanos. Era algo lujoso, solo disponible para los niños de alta sociedad. El tiempo me demostró lo contrario, claramente, una educación te trae dinero y te hace "salir adelante" en la vida. Es por esto, además de nuestra precaria situación económica, que trabajé desde chico. Mi familia y yo vivíamos en una pequeña casa, vivíamos de un alquiler que apenas llegábamos a pagar a fin de mes.
En el año 1920, con tan solo 15 años, pasé a ser el hombre de la casa. Siendo el mayor de mis hermanos, y con la incipiente muerte de mi padre, fue como me hice cargo de la situación económica familiar.
Sin embargo, ya se evidenciaba la prosperidad en la economía por aquellos años. A mis hermanos y a mí nos aumentaron el sueldo en la fábrica que trabajábamos. Una fábrica textil que conseguía cada vez más demanda en la población. Con estos primeros salarios, pudimos comprar una heladera, ropa, y demás cosas. Para nosotros, era la gloria. Pero las condiciones de trabajo seguian siendo desafortunadas.
A mis compañeros los despedían por llegar 5 minutos tarde con la excusa de "hay mucha gente que desearía trabajar, no perderé el tiempo con vagos". A mí, en cambio me despidieron por algo muy distinto. Me enfermé terriblemente un lunes. Falté al trabajo, y por esto pagamos toda la familia. Al día siguiente, ni a mis hermanos ni a mí nos dejaron pasar a cumplir nuestra jornada laboral de 18 horas.
Mi vida continuó, y mis hermanos y yo seguimos caminos distintos, especialmente yo, cuando cumplí 24 años. Después de luchar contra las adversidades, me casé con una hermosa joven con la que crecí. Hacia 1927 seguía trabajando, ahora ya en la industria del acero, como obrero, claramente. Ya con hijos y casado.
Aquí las condiciones de trabajo eran igualmente de malas, no teníamos leyes laborales que nos amparen, algo que planteaba la lucha de los trabajadores, teníamos un sueldo bajísimo, y las condiciones de trabajo eran completamente insalubres, era un trabajo alienante de aproximadamente 18 hs de jornada.
Con la llegada de la crisis mundial de 1929, el denominado 'crack' de la bolsa de Wall Street, cerró la fábrica en la que trabajaba, otra vez desempleado. No solo cerró la fábrica en la que trabajaba, la crisis dio lugar al desempleo masivo y a la miseria generalizada a causa de los cierres de esas mismas fábricas y otras fuentes de trabajo. Nuevamente me encontraba en mi juventud, en la misma situación devastadora de mis primeros años de vida.
 Fue uno de los momentos más difíciles en mi vida, ni mis hijos ni yo conseguíamos trabajo, y vivimos en la miseria durante un período relativamente largo de tiempo.
 Con la llegada del presidente Roosevelt, las cosas cambiaron increíblemente. En 1934 conseguí trabajo, y mis hijos también. Se habían comenzado a realizar obras públicas para impulsar el empleo, y dado que mis muchachos eran fuertes y jóvenes, comenzaron a edificar hospitales, escuelas, construcciones públicas, etc.  Yo por mi parte, continué trabajando en una fábrica, pero en condiciones muchísimo más dignas, me aumentaron el salario, las jornadas laborales eran más cortas, teníamos seguro de desempleo, comenzaron a surgir los convenios colectivos de trabajo, quienes se encargaban de negociar con los dueños de las grandes fábricas. Así fue como conseguimos vacaciones, planes de salud y más.  Ya no existía tanta tensión entre los obreros y los dueños de las empresas, de todo esto se encargo el Estado, a partir de un programa del gobierno llamado "New Deal", basándose en el pensamiento Keynesiano.
Con las mejoras en las condiciones de trabajo, no solamente pudimos vivir más dignamente, sino que también, pude entender muchas cosas de mi vida. Antes, lo único que hacía era trabajar y el tiempo que tenía libre era para dormir. Esa era la vida para mí. Nada más ni nada menos. Y de un momento para otro, me di cuenta que disponía de un tiempo para estar con mi familia, y hacer cosas que no tengan que ver con el trabajo. Fueron años de espera para conseguir los derechos que mejoraron mi vida.
 Con el impulso del Estado hacia el desarrollo de la industria pesada, por esta época, pudimos comprar nuestro primer auto, algo completamente impensado en épocas anteriores y algo que definitivamente "era para unos pocos". Comencé a sentir una sensación de progreso. Era algo impensado, algo fantástico. Estaba mucho más contento y por primera vez en mi vida experimente la sensación de felicidad. Vivíamos el sueño americano.
Si bien no tuve la suerte de estudiar, y mis hijos lamentablemente tampoco, puedo decir que viví una vida dura, intensa pero interesante, supe lo que era salir adelante. No sería lo que soy hoy, de no haber pasado por tantas adversidades, y no me arrepiento de nada.
Mis hijos tuvieron la suerte de casarse y darme unos nietos hermosos, ahora grandes y con una educación excelente. Aunque viven en un contexto histórico mucho más distinto al mío, mis bisnietos, niños y adolescentes actualmente se encuentran yendo a la escuela y teniendo la vida que yo soñé cuando era chico.
 Aunque no haya logrado mi objetivo que era, estudiar, tener un título y ser dueño de mi propia fábrica, algo que era soñar en grande en aquellas épocas, me dedique a aprender a leer y escribir. Actualmente es una de mis grandes pasiones. Luego del triste fallecimiento de mi esposa, comencé a trabajar en un jardín de infantes leyéndoles cuentos infantiles a los niños pequeños. De esta forma llenaba mi tiempo haciendo lo que me hacia feliz.
Hoy, puedo decir que, aunque ya este viejo, puedo disfrutar de la vida. El tiempo me recompensó todo lo que sufrí, pude mudarme a Nueva York, comprarme mi propio departamento y asegurarme de que mis hijos le den educación, amor y una infancia feliz a mis nietos, y mis nietos a mis bisnietos y así sucesivamente.
Después de haber leído bastante sobre la década del 30, creo que luego de la crisis, mucha gente tuvo la posibilidad de cambiar su vida. El haber estado allí difiere mucho de la información que pueden proporcionar los libros, o las fotos y videos. El Estado de Bienestar, logró un equilibrio muy estratégico entre el capital y el trabajo. Segun un gran número de personas la época de declinación y primera gran crisis del capitalismo, comenzó, con la caída de la Bolsa de Wall Street en 1929,  pero mi lectura, información, experiencia y saber me hacen pensar que comenzó antes, en la primera posguerra, a través  de los desequilibrios crecientes del sistema económico internacional.
 Ahora sé que puedo morir sabiendo que nací desgraciado, pero moriré de la forma que siempre desee, tranquilo y en paz, nunca en mi vida creí que podía conocer ese sentimiento, ya que la intensidad con la que viví la misma me lo impidió, me hubiese gustado que mi padre haya podido sentir esa sensación de tranquilidad, al igual que yo ahora.

Jack Hale.

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Externos:

Los inicios del verdugo de la humanidad - Martin Klajnberg

Mi nombre es Bergen Keiper. Nací el 25 de marzo de 1905, en Berlin. Cuando tenía 9 años, mi papa, Fernand Keiper, fue enviado a las trincheras a defender al Imperio. Nunca más lo vi. Fui criado por mi madre, quien se ocupo de que no me faltara nada en mis primeros años de vida. Ella se levantaba temprano a la mañana, me llevaba al colegio y se iba a trabajar. Todo transcurrió naturalmente hasta que en 1918 todo comenzó a decaer. Las autoridades nos convencían de que la guerra podía ganarse, aunque mi madre me decía todas las noches que la guerra estaba perdida, que muy malas épocas estaban por llegar. A pesar de mi temprana edad, pude observar la debacle en la que se encontraba nuestro país. Así como mi madre lo predijo sucedió, el país estaba devastado, las familias corrompidas debido a que los hombres, como mi propio padre, se habían ido a la guerra y nunca habían regresado. Dejé de ir al colegio para salir a trabajar a un negocio. Mi madre trabajaba 14 horas al día por unas pocas monedas. Cada día era peor, no había para comer, la gente moría de hambre y estaba desesperada. El Tratado de Versalles firmado en 1919 nos devastó. La economía de nuestro país estaba arruinada. Luego de un año entero de agonía, mi mama se quitó la vida, agobiada a causa de la trágica situación que estábamos padeciendo. Así, a la edad de 15 años, tuve que valerme por mi mismo, en un contexto en el que era muy difícil sobrevivir.
Comencé a trabajar en una obra de construcción impulsada por el Estado para "resurgir de las cenizas" y comenzar de nuevo, en la que formé buenos lazos con algunos de los otros trabajadores, y tuve que convertirme en hombre, levantar pesados ladrillos demás cosas para las que no estaba preparado. Así me fui forjando, aunque la realidad en la que vivíamos seguía siendo devastadora. Hasta que apareció ante mí un destello de esperanza, una vela que iluminó en mi oscuridad y me permitió soñar e imaginarme un futuro mejor para todos: mi amigo Franz me hizo miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Allí pudimos unirnos para compartir nuestras penas, luchar por mejores condiciones de vida. Me sentí comprendido y ayudado por todos. Me di cuenta que mi situación era como la del resto, teníamos con cada hombre en ese lugar algo en común: algo por lo que valía la pena luchar, un futuro mejor.
Todo marchaba bien en el partido, y necesitábamos a alguien que nos represente. En 1921 apareció en el partido un hombre carismático que nos hacia creer que había una solución, que podíamos salir adelante. Un hombre magnífico, con mucha voluntad y ganas de trabajar. Se llamaba Adolf Hitler, que había sido anteriormente orador, y ahora se transformaba en nuestro mayor dirigente. Era un visionario, parecía tener todas las respuestas a nuestras preguntas y todas las soluciones a nuestros problemas. De hecho, las tenía. Un hombre admirable en todas sus facetas. Con sus discursos convencía a cualquiera de lo que sea. El partido fue creciendo con fuerza. Debo admitir que yo estaba muy involucrado en el partido. Me llenaba el alma la idea de pertenecer a un grupo en el que me sentía parte, con personas que perseguían los mismos intereses que yo. Así estuve militando durante casi 2 años, hasta 1923. A la edad de 18 años, participé por primera vez en un levantamiento armado, y agarre por primera vez un rifle. Convencidos, intentamos tomar el poder por las armas en el Putsch de Munich. Al ser yo muy joven no entendía mucho de lo que pasaba, y como los planes los realizaban los hombres en el poder yo no sabía lo que estábamos haciendo. Por los pasillos se decía algo del comandante Kahr y de un secuestro, pero las cosas no estaban claras. Así y todo, nosotros seguimos a nuestro líder. Irrumpimos con las armas, todo era un descontrol. Sin embargo, logré escapar con ayuda de mi amigo Franz, y ambos nos ocultamos hasta el amanecer. Hitler fue arrestado y decidí abandonar el partido. La situación prosperaba, continué trabajando en la obra, si bien no se ganaba mucho la situación del país había mejorado.
Una noche en un bar conocí a una chica. Era muy hermosa. Su nombre era Bernadette. Comenzamos a salir, y nos enamoramos. Tras un año de feliz matrimonio, quedó embarazada. En febrero de 1925 nació el pequeño Rolf. En ese momento yo ya había vuelto a afiliarme al partido, reestructurado por el recientemente liberado Hitler. Poco a poco, empecé a ver cosas raras dentro del partido. Ya no nos dejaban participar de todas las reuniones, había algo raro en el ambiente, algo que se podía percibir en el aire. El partido no era el mismo.
En 1929 estalló la crisis mundial, la que Hitler había predicho años anteriores. A través de su gran discurso, se gano el apoyo del pueblo, y nuestro partido (ya reconocido por todos como el Partido Nazi) se perfiló a obtener el poder. Tras muchos años de consolidación, llegamos a superar en número al mismo ejército. En enero de 1933, Hitler asumió como Canciller alemán. Todo marchaba bien, hasta que pude abrir los ojos. Pude divisar lo que se estaba tramando. Desde el interior, pude ver como fue creciendo el odio y el maltrato hacia los judíos. Si bien yo había visto este tipo de conductas a través de los años, decidí hacer oídos sordos. Sin embargo, la situación excedió los límites. Se comenzó a manifestar públicamente este odio, utilizando el poder para "sacarlos del medio". Pude, después de casi 12 años de idolatría, ver el monstruo que era Adolf Hitler. Avergonzado y arrepentido por haber pertenecido a esta masa de hombres sin almas ni escrúpulos, sin respeto al ser humano y a la vida, abandoné el partido y junto a mi esposa y a mis hijos abandoné el país que años mas tarde se convertiría en el escenario de las mas horrendas atrocidades que se cometieron en la historia de la humanidad. Rolf creció en una pacífica Venezuela, lejos de todos los horrores de "mi país". Hoy puedo decir que vi crecer a un monstruo, y me cuesta explicarle a mi hijo cómo pude ser parte de eso alguna vez. Huí siendo un cobarde. Sin embargo, me siento orgulloso de no pertenecer a eso, de no haberme dejado llevar por el pensamiento popular y de poner por delante de los pensamientos de un loco, mis propios principios.


Fuentes

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Querido diario - Demian Drajnudel

Querido diario - Demian Drajnudel

24/9/1930
Querido diario:
         Hoy estoy muy contenta. Me dieron muchas buenas noticias que me alegraron el día. Como ya te conté, mi papa es uno de esos hombres que se pasean por la ciudad con hermosos trajes y zapatos relucientes con su portafolio negro siempre en la mano.
Hoy me entere que nos íbamos a mudar. Mi mama me dijo que es una de esas casas enormes y modernas que se encuentran en las afueras de nuestra ciudad de Nueva York. Mas contenta no puedo estar! Me dijo que mañana me va a traer algunas fotos para que pueda verla bien.
Como si eso fuera poco hoy me llego una carta de mi prima Maria, que vive en Miami. Ella tiene 15 años, 6 más que yo, pero me encanta hablar y pasar el tiempo con ella. La carta comenzó siendo una de esas cartas normales, típicas de mi prima Mary (así me gusta llamarle) me contó de sus estudios, que tiene un novio nuevo pero al finalizar la carta llego la gran noticia. Dijo: "Ayer escuche a mis padres hablando de que estaban viendo cunado hacerse un lugar en su ocupada agenda para ir a visitarlos! Así que nos vamos a ver pronto!" Así decía la carta. Te repito, amo a mi prima. Que bueno que dentro de poco la voy a volver a ver, hace mucho no la veo.
Se me hizo muy tarde, ya es hora de que me vaya a dormir. Te escribiré pronto! 
Susan.


05/9/1930
Querido diario:
         Hola otra vez!  Primero y principal quiero contarte que los ánimos en mi casa están de maravilla. Mi papa esta muy contento, mas de lo normal No entiendo muy bien la razón, pero mientras este contento no creo que interese mucho. Ayer por la noche pasaba por la puerta del dormitorio de mis padres y escuché que le gritaba a mi madre con tono exaltado: "las acciones suben, suben, suben y no paran de subir!". No puedo entender que significa, algún día se lo voy a tener que preguntar.
Por otra parte, quiero contarte que hoy ya fui a visitar mi futura casa, es gigante, demasiado espaciosa para una familia de 3 personas. Ya esta toda amoblada, es muy elegante y lujosa. Ya tengo pensado para alguna de mis primeras noches en ella poder hacer una gran pijamada y poder invitar a todas mis amigas, mi casa nueva les va a encantar.
De mi prima no tengo muchas novedades, pero le respondí a carta pidiéndole que me averigüe mas información acerca de su visita a Nueva York.
Te despido porque se hace muy de noche y me están llamando para cenar.
Susan
15/10/1930
Querido diario:
         Buenos días!  Hoy me levanto nuevamente con buen humor! Por suerte te escribo de día porque no asistí a clases… Sabes porque? Porque ya estoy en mi nueva casa! No te puedo explicar lo contenta que estoy. Mi cuarto es enorme, definitivamente más grande que el de mi anterior casa, hay un cuarto de huéspedes, el cuarto de mis padres, un salón principal, sala de estar y cocina. Me atrevo a decir que esta casa es 2 o 3 veces más grande que la otra.
         Hoy le dije a mi madre mi idea de la pijamada, me dijo que no había problema pero que esas cosas hay que organizarlas con tiempo y no de un día para el otro. Me dijo que lo podíamos hacer aproximadamente a fin de mes y le respondí que me encanto la idea. Además prometió alquilar uno de esos inflables gigantes para que juegue con mis amigas. Súper!
         Por otro lado, ayer en la cena mi papa me advirtió que esta semana íbamos a recibir a nuestros primeros huéspedes a casa. Al parecer es una cena con un nuevo amigo de papa. La verdad es que no lo conozco pero me pidió que me arregle muy bien, y que mi comportamiento sea el de una reina. Dijo que iba a venir con su hija que tiene mi misma edad. ¡Muy bueno! Además oí que hablaban de que el amigo de papa es un gran "accionista especulador", no tengo idea que será eso, pero suena muy lindo.
         Me despido porque tengo que ir a ayudar a mis padres a desempacar. Espero poder escribirte luego.
Susan.


20/10/1930
Querido diario:
         Hola una vez mas! Tengo algunas cosas para contarte.
         Primero quiero decirte que cada vez me acostumbro más a mi nueva casa. La siento como si fuese mía hace millones de años, pero recién pasaron un par de días. Ya acomode toda mi ropa, encontré escondites, y mis lugares preferidos para jugar. También en la sala de estar hay un sillón nuevo que me fascina. Ayer me senté ahí y me quede dormida. ¡Es demasiado cómodo!
         Por otro lado, quiero decirte que ya estas oficialmente invitado a mi pijamada, que ya esta totalmente confirmada, para ser mas precisa el día 02/11 te espero en mi casa junto a todas mis amigas para festejar que tengo una nueva casa ¡já! Estaba siendo irónica, es obvio que nadie te va a ver.
         Y por último, pero no menos importante quería contarte que ayer por la noche tuve la cena que te conté con el supuesto el "especulador" y su familia. Fue una cena muy lujosa y bastante rica, había muchas cosas para elegir. Su hija no me cayó muy bien, ni yo a ella. Quise invitarla a jugar con mis juguetes pero no quiso, me pareció que se creía una duquesa cuando apenas es una nenita mocosa. Durante la cena escuche que hablaban de algo llamado "inversiones" no se que será, pero repetían mucho esa palabra, por supuesto sumado a la palabra "acciones" que la escuche mas veces que mi nombre durante los últimos meses.
         Me encantaría seguir hablando con vos, pero me tengo que ir a estudiar, dentro de poco te vuelvo a escribir! Un gran abrazo para ti.
Susan.


30/11/1930
Querido diario       :
         Hoy mi humor no es de los mejores, es mas podría decir que estoy triste. Esta semana no fue de las mejores en mi familia.
         Antes que nada quería comentarte que no se porque pero este jueves 24 fue un día muy alocado, no solo para mi padre sino para el país y no se si el mundo entero. La gente corría, gritaba sin un objetivo concreto, solo descargarse. Los diarios anunciaban un "jueves negro"1, otros hablaban de "la gran depresión"2. Intente leer una de las tantas notas periodísticas que había en los diarios de mi casa, pero no pude entender nada. Hablaban de algo a lo que le llamaban la bolsa de valores que había caído. Inentendible…
         Pero esto definitivamente no es lo peor, ayer mi madre me informo que íbamos a tener que vender la casa nueva para volver a la anterior, no supo darme muy buenas explicaciones y si las hubiese podido dar no las hubiese aceptado ni escuchado, porque en cuanto me lo dijo me largue a gritar, patalear y llorar. Quería mucho a mi nueva casa… igualmente la anterior no estaba mal.
¿Crees que eso es todo? ¿Crees que no me trajo más consecuencias? Estas equivocado, no solo que perdí mi casa, sino que además de todo, fui la hazmerreír de la clase por algunos días ya que mi pijamada fue cancelada debido a que no había nada para festejar, ni donde hacerlo tampoco. Estaba muy contenta por mi fiesta, pero no podrá ser…
Por último para cerrar con una frutillita el postre de mi semana, ayer por la noche recibí una carta de mi prima Mary que decía "las cosas aca se complicaron un poco, teníamos pensado salir la próxima semana para allí, pero que finalmente no vamos a poder realizar el viaje, ni la semana que viene y dentro de unos meses tampoco." Lo que termino de ponerme triste.
Me despido una vez más. Ojala que las cosas mejoren y pueda contarte todo, una vez mas. Te quiero mucho.
Susan.



Fuentes: