Consigna 1º Integrador

Para este número de "Relatos del siglo XX" le pedimos elabore un artículo de 6.000 caracteres con al menos tres links internos al blog de la materia y tres links externos a páginas que usted sugiera en el cual construya un relato de algún personaje (obrero/a, estudiante, empresario, político) en un hecho histórico de la primera mitad del siglo XX.
Se evaluará la originalidad del relato en su capacidad de situarlo en su contexto histórico y las relaciones que establezca de los hechos con su vida. Deberá sumar alguna imagen y destacar un párrafo síntesis que destaque el contenido del mismo. No podrá tomar un tema que haya elaborado en su trabajo práctico.
El plazo de presentación es el miércoles 29 de junio a las 12 hs. El mismo se posteara con el mail clave que oportunamente le fue dado.
A su vez, se le pedirá que evalúe un artículo en forma anónima con seudónimo, señalando fortalezas, debilidades y sugerencias de cambios al artículo. Este comentario deberá ser realizado antes del viernes 1 de julio.

domingo, 3 de julio de 2011

La Rata Eli

La Rata Eli (http://www.youtube.com/watch?v=VeLFNeM58b0&feature=related)

Este relato cuenta la historia de un humilde trabajador, que logra subir en la escala social gracias a su casamiento con la hija de su jefe. Este suceso lo enfrenta a diferentes situaciones que lo harán descubrir cual es el lugar de cada uno, y cual debería ser el lugar. Disfrutenlo.
Cuando yo empecé a trabajar para el señor Ismael Azcarate Charrúa, mi suegro, yo no tenía ninguna idea de cómo manejar empleados. Siempre había hecho el trabajo por mi cuenta, eran mis manos las que siempre se habían ensuciado. Pero ahora tenía que ordenar a gente como yo, sólo que sin tanta suerte. Ismael me detestaba, siempre esperando mi error, dirigiéndome la palabra lo mínimo necesario. Sin embargo no podía evitar que su hija me amara y fuese feliz conmigo.
El primer día que me relacioné con “mis empleados” (así me hacía llamarlos Ismael) no pude mirarlos a los ojos: habían sido compañeros míos, amigos míos. ¿Y ahora los tenía que tratar como inferiores?
Me di cuenta que nunca podría ordenarle a nadie qué hacer, ya que mi Jefe decía que “se necesitaba mano dura para mantener esos brutos a raya”. Yo no entendía cómo iba a poder dormir por las noches si hacía lo que siempre había detestado. Cuando Ismael se enteró, me trató de flojo, y decidió que lo iba a ayudar en las relaciones con sus accionistas. Mi madre, que en paz descanse, me había enseñado muchas cosas, entre ellas hablar muy bien inglés, atributo que Ismael aprovechó muy bien, logrando que esté de reunión en reunión, sin parar, sin volver a casa, sin poder ver a mi querida Elizabeth. Todos estos problemas se vieron eclipsados cuando empezó la crisis.
Yo tuve la tortuosa misión de contarle a Ismael el problema en el que estábamos inmersos: los inversores, que tanto trabajo me había tomado juntar, estaban retirando el capital que nos habían cedido, endeudándonos enormemente. Por otro lado, para empeorar las cosas, nuestras exportaciones bajaron enormemente, a causa de que los países que nos compraban empezaron a cerrar puertas. Su reacción fue desastrosa: empezó a arrojar todos los objetos que sus manos encontraban, desde tinteros hasta sillones. Yo decidí abstenerme de emitir opinión alguna, ni emoción siquiera, ya que era posible que yo me transformase en objetivo principal de esa amenazante lluvia de objetos.  Después de los objetos vinieron los insultos, dirigidos al mundo, al país, a su empresa, a él mismo, y luego a mí. Yo sabía que me iba a usar de excusa, siempre lo hacía, pero no era lo ideal pelearme con mi proveedor de trabajo y suegro al mismo tiempo. Cuando su ira se agotó, decidió que iba a mantener las exportaciones, cueste lo que cueste.
La “Salvación” llegó de la mano del Presidente Justo, que creó un tratado con los ingleses. El tratado nos incluía dentro de la lista de compras de Gran Bretaña, que en un principio había decidido solo comerciar con sus colonias, pero que había aceptado nuestra inserción sólo si vendíamos nuestros productos más barato que el mercado mundial. A cambio de esto, nosotros  aceptábamos su entrada completa al mercado de los frigoríficos. Los empresarios salieron completamente satisfechos de este acuerdo. Yo salí preocupado: ¿Cómo afectaría este tratado a la gente? ¿Cómo lo afectaría a mi gente? En ese momento descubrí cual era mi lugar en la vida. No era mandando manadas de humanos que cada vez eran menos humanos. Mi misión, mi lugar, mi objetivo, es lograr una patria en la cual ningún hombre decida en nombre de otro. Todos decidimos en nombre de todos.

2 comentarios:

  1. Esta historia realmente da la sensación de estar leyendo una carta de un hombre de la época. Es muy realista y se centra realmente en esto mismo, las pequeñas actitudes y descripciones de la persona para dar un enfoque creíble. También se puede situar fácilmente en el contexto histórico, y naturalmente se habla sobre los hechos históricos mas considerados e importantes que pensaría el personaje. El verdadero punto débil estaría en que tal vez hubiera sido mejor dar mas detalles al respecto, tenerlo un poco mas en cuenta para poder realmente sentir la preocupación del personaje al habla de la crisis. En resumen, es totalmente realista y se aplico la consigna a la perfección pero le faltaría un mejor panorama histórico para tal vez una persona que no supiera suficiente sobre esta etapa histórica y situación de crisis y quiere tratar de entenderla a través de este texto.

    Pandora.

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  2. El relato establece una conexión histórica sui géneris, más allá de eso, existe correcta relación. Aprobado.

    Comentario: muy pertinente, en especial en resaltar la necesidad de aportes históricos. Aprobado.

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