HISTORIA: LA SEMANA TRÁGICA
Cuando ya no se puede, no se puede resistir el hambre, se sale a la lucha. Las manifestaciones y las huelgas se hacen cada vez más frecuentes porque la miseria aparece de forma simultanea en todos los hogares obreros. Y esto mismo paso esa semana roja de enero. Pero las intenciones de sobrevivir del pueblo argentino en la crisis reinante debido a la primera guerra mundial, fueron ferozmente reprimidas por el gobierno de Yrigoyen. La violencia de las fuerzas estatales se hizo presente en todo momento y el pánico cubrió la capital con su tinte. Ahora se recuerda a esa semana, se la recuerda con luto en las nuevas guerras entre los distintos grupos sociales.
- ¿Señor Quintana qué nos puede contar de lo que vivió en Enero de 1919?
- Rodolfo está bien, no se preocupe. Bueno, yo para empezar era joven en esa época, tendría 16, 17 años. No entendía mucho de las cosas, pero ya había empezado a darme cuenta de la realidad. Yo soy del interior, y a los 14 me habré mudado a Buenos Aires. Mi padre trabajaba ayudando a un teatro en todo lo que era mantenimiento, pero para ese entonces las personas no tenían suficiente dinero para darse el lujo de ir a ver una obra. La principal necesidad era alimentar a sus hijos y ni para eso le alcanzaban, así que el teatro se vino abajo, después de varios años me enteré que lo demolieron. Y así mi tío que vivía en la capital le dijo a mi padre que acá se vivía mejor y que había trabajo, por lo que pase a vivir en una casa alquilada en los límites de Boedo. Mi papá era muy buen carpintero y albañil, así que tuvo más oportunidades que el resto de conseguir trabajo. Terminó haciendo repartos por toda la ciudad y al principio le iba bien, podía traer el pan a la mesa. Pero al poco tiempo la situación alarmante de la crisis de produjo la primera guerra mundial no había alcanzado, como a tantos otros que andaban mendigando por las calles. El impacto que tuvo aquel conflicto de intereses entre las burguesías de las principales potencias mundiales trajo pobreza tanto a la Argentina como al mundo. Enseguida mis dos hermanos mayores y yo empezamos a trabajar en una fábrica de vidrio. Ahí fue donde conocí a Mario, era un obrero como cualquier otro, pero simpatizaba conmigo, le caía bien al parecer. Yo lo admiraba por todas las cosas que me contaba, sabia tanto por todas sus experiencias que cada vez que hablaba yo me quedaba callado escuchándolo atentamente. El me contaba sobre como esto no tendría que ser así, que los obreros tenían que luchar por pan, trabajo y justicia todos unidos. Así un día me afilié al sindicato, Mario fue a hablar con mi padre y terminó por convencerlo. Ahí empecé a tomar conciencia de lo que pasaba. Escuchaba posturas de anarquistas y socialistas que entraban en discusión, de los personalistas y los radicales, pero yo seguía escuchando a Mario más que a nadie más y me sentaba al lado de el en las reuniones como si fuera mi protector, mi hermano mayor. Muy pronto se empezó a correr la voz en el sindicato que estaba en marcha una huelga general de los trabajadores metalúrgicos de la empresa VANESA. Mientras íbamos caminando después de salir del trabajo Mario me conversaba sobre la huelga que se aproximaba, del escaso jornal que ganábamos y de cómo teníamos que seguir luchando por los mismos ideales y las mimas reivindicaciones proletarias. Las reuniones en el Sindicato de Oficios Varios (así se llamaba) se hacían mas frecuentes y se trataban los problemas con mayor violencia. Los representantes obreros, panaderos, curtidores, madereros, barraqueros, vidrieros, entre otros exponían criterios distintos sobre el apoyo que podían prestarles a los compañeros metalúrgicos si estos iban a huelga. El gobierno de Yrigoyen hacía oídos sordos al clamor popular y a la demanda de los trabajadores que se debatían en una angustiosa situación económico-social. Quien va a saber a que se debió la dualidad de Yrigoyen en ese momento: humanista y justiciero para reclamar la igualdad de derechos para los pueblos "vencidos" y "vencedores" en la primera guerra mundial; y mostrarse deshumanizado e indiferente con el pueblo argentino y los trabajadores que producían arduamente y eran pagados con salarios de hambre para que este "granero y carnicería del mundo" pudiera enviar toda la riqueza de nuestro sueldo para satisfacer las necesidades de los hombres que enviaban los pueblos a la guerra en nombre de la libertad. La gran crisis económica social se había acentuado en el país y toda aquella miseria material y humana, donde los hombres, mujeres y niños iban recorriendo las calles descalzos pidiendo en cada puerta y negocio algo para comer, era el panorama de la Argentina. Por ese tiempo se comentaba entusiastamente, especialmente entre los trabajadores, el triunfo de los bolcheviques en Rusia. Había caído para siempre el poder y la tiranía de los zares; se hablaba con fervor de la "Revolución del Pueblo" y de "La Patria del Proletariado", que emanciparía a todos los trabajadores del mundo. Luego se fueron dando cuenta de la verdad y su ilusión se trocaba en desencanto, pues los que creyeron que aquella revolución repartiría las tierras al campesinado, las propiedades de los zaristas al pueblo, las fábricas a los obreros y realizaría una mejor distribución de las riquezas y de los bienes de consumo para hacer real y efectiva "La patria del Proletariado", se encontraron con las mas negra y sangrienta tiranía bajo el régimen de un capitalismo de Estado, hoy convertido en un nuevo colonialismo imperialista, en mi opinión claro.
Bueno, como seguía diciendo, el gobierno de Yrigoyen había racionalizado y fijado los precios de primera necesidad, especialmente la leche, el pan y el azúcar. La carne abundaba pero los pobres de alimentaban con las sobras que los mataderos tiraban para los perros. En esos días de hambruna estalló la huelga de la metalúrgica VANESA. Los huelguistas reclamaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados despedidos. La mayoría de las patrullas policiales tenían elementos correntinos y chaqueños, temidos por su violencia y adiestrados justamente para este tipo de situaciones, es decir, para reprimir las huelgas masivas a obreros y trabajadores. Fueron llamados para parar manifestaciones callejeras y callar voces de protesta con una violencia extrema. El paisaje de todos los días era ver patrullas, manifestaciones y veredas manchadas de la sangre de los caídos. A los heridos se los arrastraba a la vereda y ahí esperaban a que vengan las ambulancias municipales y a los muertos se los tomaba como basura, los dejaban en las calles hasta que los camiones los llevaran a La Quema. Normalmente se veían barricadas con autos y tachos de basura quemados y algunas veces se paraban las manifestaciones acorralándolas y soltando los caballos y revoleando los machetes, con revólveres en las manos. Mario estaba en toda esa movida, y mi padre estaba en contra de que lo viera ya que era delito ocultar o ayudar a un huelguista perseguido por la policía. La brutal represión desatada por el gobierno de Yrigoyen trajo como consecuencia la protesta airada y la resistencia de todos los gremios que se habían plegado a la huelga. En este escenario actuaban también los grupos mercenarios de la llamada Liga Patriótica Argentina, usados como rompehuelgas, quienes cobraban diariamente por reprimir a los trabajadores, ocupar sus puestos de trabajo en las fábricas y asaltar sus sindicatos y destruir sus muebles. La Liga Patriótica Argentina, creada para defender los valores conservadores, la tradición y fundamentalmente la propiedad, apaleaba y detenía a los extranjeros, principalmente judíos. Así se generó el primero pogrom en Latinoamérica.
Vos fijate, con todo esto que pasaba ningún diario decía ni una solo palabra de condena a estos hechos, en cambio traían frases en contra de los trabajadores en huelga como: "que atacaban a mansalva a los pobres guardadores del orden público." Los únicos periódicos que daban una verdadera información de los hechos eran periódicos sindicales como "La Vanguardia ", que se distribuían con dificultad en forma clandestina dada la persecución policial en nombre del gobierno que las conceptuaba como subversivas y enemigas de la sociedad. En los barrios bajos donde los trabajadores vivían en conventillos tales como la Boca , Puente Alsina, Parque Patricios, Constitución y Once, la policía entraba con los caballos en busca de huelguistas para llevarlos detenidos. Con esta represión la huelga terminó por desmoronarse. Al terminar las patrullas policiales y los gendarmes presenciaban la ciudad dispuestos a la represión. La desocupación debido a la crisis hacía estragos en lo hogares obreros. Miles de hombres y mujeres hacían fila ante las ollas populares que funcionaban en distintos puntos de la ciudad.
Esta fue la vívida imagen de los más sobresalientes y dolorosos hechos de esa nefasta Semana Trágica de Enero que dejo 700 muertos y 4000 heridos, fecha que el movimiento obrero del país debe recordar y hacerla suya como fecha nacional, triste y luctuosa por las reivindicaciones económico-sociales de los trabajadores argentinos de la misma forma que se recuerdan el 1ro de Mayo a los mártires de Chicago. Los restos que dejo esa masacre era miseria para la Argentina. Es imposible sentir esa semana si no se vivió, pero al fin y al cabo de la historia se aprende, espero que le haya servido tanto a usted como a otros el que le cuente esa parte de mi vida.
Como fortaleza en el relato podemos señalar que la historia del personaje esta muy bien situada históricamente y el autor refleja muy bien los acontecimientos históricos dentro de la narración del protagonista.
ResponderEliminarComo debilidad podemos señalar que aunque está bien redactado, algunas partes no tanto lo que hacen que el relato no sea tan atrapante aunque la historia en sí, si lo es.
Yo le sugerería al autor que le de un poco más de dinamismo a la historia ya que tiene un gran contenido histórico y social.