Después de una larga travesía, Justo veía la ciudad a lo lejos. El viaje en barco había sido larguísimo y le habían contado tantas cosas buenas de Buenos Aires que ya estaba ansioso por llegar.
Ya en tierra, Justo, sus padres y su hermanita caminaron hasta una vieja casa en el barrio de Pompeya donde vivía un tío suyo, que se había hecho responsable ante las autoridades españolas de recibirlos en la Argentina y proporcionarles vivienda. Le correspondían a Justo y a su familia una pequeña pieza, con un baño. En el fondo de la casa tenían una cocina muy chica que compartían entre ellos, su tío y un par de personas más.
A Justo, con sus apenas 13 años, le había tocado vivir la guerra civil española desde sus primeros momentos de vida. Nació en 1937, sólo un año después de que Franco se alzara contra la república. Por lo tanto estaba contento de haber llegado a un nuevo país, tan distinto, pues el vivía en una España caracterizada por el totalitarismo y antisemitismo, en una España donde no había libertad para expresarse y Franco era el líder indiscutible.
Según le contaba su mamá Eleuteria, "en Argentina todo era distinto". "En Argentina no hay gobiernos malos, porque cuando los hay, los militares los sacan" repetía constantemente su madre ante las preguntas de su hijo.
Eleuteria había vivido en Buenos Aires mucho tiempo antes del nacimiento de Justo, allá por el año 1927, cuando sus padres la mandaron a ella y a una de sus hermanas para sacarlas de la vida de campo que llevaban en España. Consiguió trabajo como sirvienta en una casa de familia de clase alta donde, Eleuteria afirmaba vehementemente, la trataron muy bien. "Por fin va a haber orden, ese viejo presidente jamás podrá afrontar la crisis ni defender los intereses nacionales", contaba Eleuteria que el señor Angus decía reiteradas veces.
Luego de unos cuantos años, allá por 1935, Eleuteria decidió volver a su país de origen y reencontrarse con su familia. Allá se casó y tuvo tres hijos. Pero la crisis económica que había para ese tiempo en España no le permitía llevar la vida que quería para ella y, al fallecer de pocos meses uno de sus niños por la pobreza, tomó la decisión de venir con su familia a Buenos Aires, ciudad a la que extrañaba terriblemente, ya que "allí (en España) podrían pasar días con solo un pedazo de pan mientras que allá (Argentina) todo era distinto".
Justo dio una vuelta por los alrededores y observó a unos chicos de su edad jugando con una pelota de trapo. Continuó caminando hasta la feria, y se asombró de la cantidad de puestos callejeros que vendían frutas, verduras y carne, los cuales -ante la hambruna pasada- se le antojaron lujosos.
En España, Justo había vivido sus últimos años como pupilo en el colegio Saleciano cercano a su pueblo, en el cual lo habían acogido becado debido a su gran inteligencia. Cuando sus padres intentaron inscribirlo en Buenos Aires para que continuara sus estudios en una escuela cercana, Justo debió presentarse a exámenes libres de todas las materias del sexto grado, además de Geografía e Historia Argentina. Justo aprobó con altas calificaciones y entró en un colegio industrial. A los 16 años, mientras estudiaba, empezó a trabajar en fundiciones de hierro gris como moldeador. Iba al colegio de día y trabajaba de noche, y así fue todos los días, durante mucho tiempo. Esto lo hacía porque era necesario que todos los integrantes de la familia trabajaran para poder cubrir sus necesidades básicas. Pero lo hacía pensar mucho a Justo… "¿No era que en Argentina se vivía bien? ¿No era que no íbamos a tener problema alguno con el dinero? No entiendo…"
Justo había crecido escuchando maravillas sobre Argentina, y cuando por fin estuvo ahí, no lo pudo vivir. La madre no tuvo en cuenta que ella había vivido en una casa de clase alta, de gente que vivía bien, en donde no se reflejaba el mal por el que pasaba el país y el mundo. Y por eso pensó que todo en Argentina era así, que nadie tenía problemas económicos. Pero cuando vinieron por su cuenta, a pesar de trabajar tanto y poner tanto esfuerzo no salió todo como ella esperaba; la pieza en donde vivían en Pompeya en vez de ser un lugar transitorio, termino siendo su vivienda por seis años.
Finalmente, con el trabajo de los cuatro, pudieron comprar un pequeño terreno en González Catán en donde vivieron por mucho tiempo. Nada había sido fácil, pero Justo por fin entendió que en Argentina sí se podía progresar. Era un país en donde abundaba el trabajo, y esa era la única manera en la que iba a llegar a ser alguien.
Y fue así: Justo siguió estudiando después del secundario a pesar de que sus padres querían que sólo siguiera trabajando ya que "el estudio no traía dinero a la casa". Pero Justo sabía que se equivocaban: estudiando iba a conseguir un trabajo mejor, y con un trabajo mejor, más dinero. Por lo tanto –para consentir a sus padres- decidió además de estudiar en la universidad, seguir trabajando. Y así siguió su vida, pasó de trabajar en fundiciones de hierro gris a trabajar en Tamet, una fábrica metalúrgica en donde cumplía la función de dibujante. Luego se mudó nuevamente a la ciudad de Buenos Aires, donde conoció a la mujer que hoy es su esposa y tuvieron dos hijos. Una vez terminada la carrera de Ingeniería obtuvo un trabajo en la ciudad bonaerense de Coronel Dorrego donde se mudó provisoriamente con su familia, hasta que logró un puesto permanente en Somisa, una fábrica siderúrgica de gran porte ubicada en San Nicolás. En esta última ciudad se instaló definitivamente con su esposa y sus dos niños, teniendo otros cuatro hijos más.
Hoy, ya con 74 años, Justo es un reconocido ingeniero que continúa ejerciendo la profesión y entiende que al final su madre no estaba tan equivocada, porque si bien en su vida no todo fue de color de rosa, con esfuerzo y estudio logró ser un exitoso profesional.
Links:
Guía de historia CIEEM 2008
Párrafo Síntesis:
Esta historia habla de un nene que viene a la Argentina en busca de una buena vida. Este nene viene de España, en donde se esta dando la guerra civil española.
Eligen este país ya que su madre había venido antes durante la época de Yrigoyen y el golpe de Uriburu y había vivido en una casa de familia de clase alta. Debido a esto, Justo viene con una idea sobre Argentina y al vivir acá se da cuenta que no es como le decían. Sin embargo, al final puede entender que este país le permitió progresar.
Luego de leer y analizar el relato, me encuentro en condiciones de decir que cumplió con la consigna de una manera satisfactoria. Considero que su principal fortaleza se encuentra en las constantes alusiones a acontecimientos y eventos históricos, que sitúan el relato de manera precisa. Disfruté mucho la parte en referencia al llamado "sueño del inmigrante", que se refiere a las expectativas como ser humano que estas personas traian, y la resolución en el corto y luego largo plazo. Cabe recordar que muchas veces iban con promesas que no eran cumplidas, y se veian forzados a vivir y trabajar en condiciones muy indignas.
ResponderEliminarSin embargo de todo lo dicho, creo que la parte final del relato, cuando las vueltas de la vida llevan a Justo por el buen camino, es un poco precipitada e inverosímil. Quizás se debe a que debía escribirse en pocas palabras, pero cerca de el final el relato adquiere una velocidad desentonante. En cuanto a la verosimilitud, no es que vea imposible, sino muy complicado que una persona lleve una carrera de tal magnitud como es alguna ingeniería en paralelo con una actividad laboral de por sí demandante. En muchos casos, las expectativas se veían cubiertas por demás al poseer un título terciario, no universitario.
Finalmente, para cerrar, me gustaría criticar un pequeño detalle. De acuerdo al relato, los padres inmigrantes no veian a la educación como un medio de ascenso social. Hemos estudiado que ya desde 1890 los inmigrantes tenían como premisa una equivalencia entre la educación y mejoras en la calidad de vida por el ascenso social, y que en muchos casos trabajaban toda su vida para que su hijo pudiera obtener un título de doctor.
Saludos,
CLARIBEL.
Interesante desarrollo de la vida de Justo en la España franquista y su traslado a la Argentina de los años treinta. Aprobado
ResponderEliminarComentario: claro aporte y correcta apreciación del mismo. Aprobado (solo como aporte, es cierto que se marcaba el eje de la educación como ascenso, pero también se lo colocaba como un proceso de socialización).